
Es obvio el poder reinante que ejercen los medios de comunicación en la actualidad. Sin embargo, el problema viene cuando nos paramos a cuestionar hasta que punto es lícito ese poder. En torno a este tema se ha abierto todo un debate.
Por una parte tenemos que convivir con el hecho de que cada vez estamos sometidos a un mayor bombardeo de información, lo que por otro lado no supone que toda sea cierta. Y es que en los últimos años, el avance de la tecnología, la mejora de los profesionales de la información así como el incremento de la demanda de información ha hecho que se haya aumentado notablemente el poder de influencia de los medios. La información llega con gran facilidad, si bien queda claro que hay que seleccionar entre información y mera opinión. Además, no todos los medios lo hacen con la misma fuerza. La televisión ostenta, sin duda, gran parte del poder.
Por otra parte, también se están desarrollando con gran fuerza los grandes grupos de comunicación y con ellos la uniformidad de los mensajes. Así, una televisión, una radio y un periódico, que pertenecen a un mismo propietario, darán una versión similar de los hechos. Es lo que en este terreno se conoce como grupo multimedia. Un caso concreto sería PRISA (Cadena Ser, El País…) Es precisamente aquí donde debemos centrar nuestra atención ya que es aquí donde radica el poder propiamente dicho: en la posibilidad de llevar a la audiencia el mensaje que ellos quieren. De esta forma, los intereses puramente económicos, y en muchos caso también políticos, priman sobre los propios intereses periodísticos.
Sin embargo, la realidad no es del todo así, ya que aunque pueda parecer que los periodistas y más concretamente los medios se encargan de que la población consuma todo lo que le echen, cada uno tiene libertad de discernir entre lo que considera apropiado y lo que no. Al fin y al cabo, las "masas" conservan su capacidad crítica. Es más, esa capacidad está creciendo a raíz de la excesiva politización de los medios de comunicación. La audiencia es perfectamente consciente de que algunas voces tienen unas tendencias muy definidas y pueden, por ello, elegir libremente. Nuestra democracia y nuestra libertad de elección así lo permite.
Además, los medios de comunicación, por mucho que se pueda pensar, no son la única fuente de conocimiento. La familia, los amigos, la escuela y en definitiva el propio entorno,... todo son factores más que decisivos a la hora de posicionarnos en una determinada visión del mundo. Por suerte estamos en un entorno en el que los grandes grupos de comunicación se han convertido en protagonistas. No obstante, también han aumentado las voces críticas en contra de los criterios que siguen esos grupos y su total sumisión a intereses económicos. Así, pese a su posible poder, los medios no llegan a todos y por tanto, su poder en cierto modo es limitado. La última palabra la tiene la audiencia. Y afortunadamente no ésta no está abierta a la manipulación.